Daño renal en perros y gatos: Diagnóstico temprano, manejo clínico y terapias de soporte.
22 de Octubre 2025El papel del riñón y la magnitud de la enfermedad renal crónica (ERC)
El riñón es un órgano esencial para el mantenimiento de la homeostasis corporal. Regula la presión arterial, la producción de eritropoyetina, el equilibrio ácido-base, la osmolaridad y la excreción de metabolitos nitrogenados. En perros y gatos, la enfermedad renal crónica (ERC) —también denominada insuficiencia o falla renal— es un proceso progresivo e irreversible caracterizado por la pérdida estructural y funcional de las nefronas y a su vez dando como resultado la reducción de la capacidad de filtración glomerular.
A medida que el número de nefronas funcionales disminuye, la tasa de filtración glomerular (TFG) se reduce, generando la acumulación de productos nitrogenados y alteraciones metabólicas sistémicas. Una vez que el tejido renal funcional cae por debajo del umbral compensatorio, comienzan a manifestarse los signos clínicos y las alteraciones bioquímicas características, por lo que la detección y el manejo oportunos son fundamentales para preservar la calidad y expectativa de vida del paciente (Brooks, 2023).
Importancia del diagnóstico temprano: SDMA y estadificación IRIS
El diagnóstico precoz es esencial para ralentizar la progresión de la enfermedad renal. Tradicionalmente, la creatinina sérica se ha utilizado como marcador de función renal, pero esta solo se eleva cuando más del 75 % de la función renal se ha perdido. En cambio, la SDMA (Symmetric Dimethylarginine) es un biomarcador más sensible, que puede detectar pérdida de función renal con solo un 25–40 % de daño nefronal.
Equipos de análisis in situ como Vcheck permiten la cuantificación rápida y precisa de SDMA, facilitando la intervención temprana, el ajuste dietético oportuno y la estratificación del riesgo en pacientes geriátricos o con comorbilidades, permitiendo una intervención temprana y una mejor toma de decisiones clínicas.
La International Renal Interest Society (IRIS) propone una clasificación en cuatro etapas de ERC basadas en creatinina, SDMA, proteinuria (medida como UPC o UPCR) y presión arterial sistémica. Este sistema de estadificación es una guía práctica para definir el pronóstico y diseñar estrategias terapéuticas individualizadas:
-
Etapa 1: Daño renal subclínico con biomarcadores alterados (SDMA elevada).
-
Etapas 2–3: Signos clínicos moderados, proteinuria y alteraciones bioquímicas progresivas.
-
Etapa 4: Enfermedad avanzada, con signos urémicos severos y deterioro multisistémico.

Señales clínicas de alerta
Los signos iniciales de ERC suelen ser insidiosos, por lo que la vigilancia clínica es fundamental. Los hallazgos más frecuentes incluyen:
-
Polidipsia y poliuria persistente
-
Pérdida de peso y disminución del apetito
-
Letargia, vómitos recurrentes o halitosis urémica
-
Deshidratación y pelaje opaco o descuidado
-
Incremento en BUN, creatinina y fósforo sérico

El uso combinado de biometría hemática, perfil renal, urinálisis (densidad, proteinuria, cilindros) junto con la prueba de SDMA de Vcheck ofrecen una evaluación integral de la función renal. La determinación del UPC (índice proteína/creatinina urinaria) y la presión arterial sistémica complementan el diagnóstico y ayudan a detectar daño renal subclínico o proteinuria patológica.

El eje intestino-renal y su impacto en la enfermedad renal
Recientes investigaciones destacan la existencia del eje intestino-renal, una interacción bidireccional entre la microbiota intestinal y la función renal. En animales con ERC, la disbiosis intestinal favorece la producción de toxinas urémicas (como indoxil sulfato y p-cresol) que, a su vez, agravan la inflamación sistémica y el daño nefronal.
El manejo nutricional orientado al eje intestino-renal incluye dietas formuladas para modular la microbiota intestinal y reducir la carga tóxica endógena. Enfocando la nutrición a ayudar a restaurar la microbiota intestinal y disminuir la producción de toxinas urémicas, ofreciendo beneficios tanto digestivos como renales.
Terapia médica y nutricional
Aunque la ERC no tiene cura, la combinación de terapias médicas, nutricionales y de soporte puede ralentizar su avance y mejorar notablemente la calidad de vida.
1. Control del fósforo
La hiperfosfatemia induce hiperparatiroidismo renal secundario y contribuye a la progresión del daño. En etapas IRIS 2–4, se recomienda el uso de quelantes de fósforo, como Ipakitine, que combina carbonato de calcio y quitosano para reducir la absorción intestinal de fósforo y toxinas urémicas.
2. Modulación metabólica y protección renal
● Azodyl: probiótico con cepas específicas (Enterococcus thermophilus, Lactobacillus acidophilus, Bifidobacterium longum) que metabolizan compuestos nitrogenados, reduciendo toxinas urémicas.
● Renal k: suplemento de potasio usado para prevenir o tratar la hipopotasemia (bajo nivel de potasio) en enfermedades renales o por uso de diuréticos.
● Porus One: suplemento para gatos con enfermedad renal crónica que contiene spherulitas de carbono (Renaltec®), las cuales atrapan toxinas urémicas en el intestino para que no pasen a la sangre; ayuda a reducir la carga sobre los riñones y ralentizar el avance de la falla renal, sin afectar la absorción de nutrientes ni causar efectos secundarios graves.
3. Manejo nutricional
Las dietas renales terapéuticas deben ser moderadamente restringidas en proteínas de alta calidad, bajas en fósforo y sodio, y enriquecidas con ácidos grasos omega-3 y antioxidantes.
La hidratación adecuada es esencial para mantener la perfusión renal. En casos de hipopotasemia, se recomienda suplementar potasio (renal k) bajo control clínico.
4. Terapias complementarias
Los análogos de la vitamina D pueden administrarse en dosis controladas para reducir el hiperparatiroidismo secundario y proteger las nefronas remanentes. Además, el manejo de la hipertensión sistémica con inhibidores de la ECA o antagonistas de los receptores de angiotensina II, ayuda a preservar la función renal residual.
Pronóstico y seguimiento
El pronóstico depende del estadio IRIS, la respuesta terapéutica y la colaboración del propietario. La monitorización periódica de creatinina, SDMA, fósforo, presión arterial, UPC y densidad urinaria es esencial para ajustar el tratamiento y anticipar descompensaciones.
La educación del tutor es determinante: comprender que la ERC es progresiva pero controlable mejora la adherencia al tratamiento, la continuidad de la dieta y la calidad de vida del paciente.
Conclusión
El daño renal en perros y gatos constituye un desafío clínico frecuente y multifactorial. Sin embargo, con el uso de biomarcadores tempranos como la SDMA (Vcheck), una estrategia nutricional específica, y el empleo racional de fármacos y suplementos como Ipakitine, Azodyl, etc. Es posible prolongar la vida y el bienestar de los pacientes renales.
La detección temprana, el seguimiento constante y la comunicación efectiva con el propietario son las claves para un manejo exitoso y basado en evidencia de la enfermedad renal crónica en pequeñas especies.
Referencias
-
Brooks, W. (2023). Chronic kidney disease in dogs and cats: Where to begin. Veterinary Partner – VIN. https://veterinarypartner.vin.com/doc/?id=4951452&pid=19239
-
Vanguardia Veterinaria. (s.f.). Manejo de la enfermedad renal crónica. https://www.vanguardiaveterinaria.com.mx/manejo-enfermedad-renal-cronica
-
Hill’s Pet Nutrition. (2023). Eje intestino-renal y su impacto en la enfermedad renal en perros y gatos. Material técnico interno.
-
International Renal Interest Society (IRIS). (2023). IRIS Staging of CKD.